Cada nota se repite dos veces
Ocho el eco emanante de fuerzas ilimitadas
El mundo se creaba
empaste a empaste de masa ólea
voluntad del creador
emergente de Creencias Sinceras
ante ojos homogéneos
Todo quedaba desconocido al miedo
Todo quedaba prostrado ante la Posibilidad
La niebla atravesaba las fisuras de los muros
La luz bailaba alrededor del vaho flotante
Frío el espíritu de los inmortales
animaba a absorber todas las fronteras
Era cuanto la juventud ansiaba
Oostende
Contemplando el horizonte sobre la orilla
escribí tu nombre en la arena
La marea se lo llevó disolviéndolo
cuya esencia no tolera fronteras
El sol se ocultaba en la costa de Ostende
Qué importancia puede tener
en esta soledad
puesta de sol
Lo veía ocultándose en el oeste
iluminando tu día
oscureciendo mi noche
bajo la misma luz recorremos nuestros senderos
En el hall de la estación
sonaba apagado el sonido del mundo
rugiendo cascajoso a media voz.
El trovador
sin alma, impersonal,
cantaba el destino
de todos los espíritus
que inocentemente
escuchaban
sus premoniciones
como una música
ligera que acompañaba
de fondo junto
a los ecos
de los pasos que se expandían
impregnado las paredes
de la galería;
en la plaza de la luna llena
donde el suelo
se desplaza veloz bajo
las ruedas del tiempo
anhelado
que pasa, no vuela
y reflecta
una inocente tentación
vagaba mi alma siempre dubitativa
bajo la mirada
indiferente de ventanales muertos;
sin saber si en verdad
me acerco dudando
de mi fe
hacia lo esperado inminente.
Eran los días en que desde el cielo precipitaba frío.
La luz despertaba colores blancos y,
la mente despejada,
se ilustraba con los horizontes límpidos copados por montañas nevadas.
La luz despertaba colores blancos y,
la mente despejada,
se ilustraba con los horizontes límpidos copados por montañas nevadas.
Las calles emanaban olor húmedo que transportaba, flotante, personas transparentes;
viajeros en el tiempo y el espacio.
Una mirada fría y escrutadora me interrogaba acerca de destinos y tiempo.
El tiempo, que quiso ser error mío,
respondió con suerte y azar;
misterio fundamental que empeñó en ocupar su puesto imperturbable.
viajeros en el tiempo y el espacio.
Una mirada fría y escrutadora me interrogaba acerca de destinos y tiempo.
El tiempo, que quiso ser error mío,
respondió con suerte y azar;
misterio fundamental que empeñó en ocupar su puesto imperturbable.
Espacio abierto
acogía con benevolencia personas errantes, recibiéndolas con luces que hablaban arte.
acogía con benevolencia personas errantes, recibiéndolas con luces que hablaban arte.
Y el tiempo nos llevó,
mole absoluta de andamios decimonónicos
mole absoluta de andamios decimonónicos
El viajero emprende un camino. El camino representa mucho mas que un sendero de tierra, adoquines o asfalto. El viaje se convertirá en un recorrido épico que simboliza la propia existencia, la propia vida.
Sin saberlo, la persona se está enfrentando a sí mismo y a su inexorable futuro.
Estamos obligados a enfrentarnos a nuestro camino. Estamos ante la vida. Una gran avenida que atraviesa caprichosamente un universo que descubrimos conforme avanzamos segundo a segundo, escribiendo la historia de nuestra vida.
Pero el viajero tiene más poder del que es consciente. Debe aprender que le es posible elegir el sendero, cambiar de dirección, pues a lo largo de nuestra vida nos vemos obligados, al llegar a una encrucijada de caminos, a elegir.
Y sin embargo, muchas veces hemos de planteamos descubrir nosotros mismos los atajos, o adentrarnos en el ignoto bosque. Nos fiamos de las indicaciones, y prescindimos de nuestro propio instinto. Preferimos el camino oficialmente marcado. Saber con precisión los kilómetros recorridos y los que hemos de recorrer para llegar a la meta prometida.
Os invito a penetrar en los bosques, los senderos por descubrir... y por crear.
Mientras tanto, iremos dejando atrás un rastro. Un rastro magnético que atrape todo aquello cuanto descubramos, para así nutrirnos cada día.
Comienza Los Senderos Magnéticos.
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