Probablemente hablaba demasiado
 pero el sonido de los caminos era más poderoso que el silencio.
¡Que las palabras carecían de traición!
Que el tiempo y la montaña conducían a los horizontes de la incertidumbre.
Y el sol cegaba al Deber
con la ansiada hora en la que los senderos volvieran a reunirse.

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